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Desarrollo de los juegos de fortuna

Desarrollo de los juegos de fortuna

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Desarrollo de los juegos de fortuna -

Es decir, con base a su conocimiento de la parte técnica del béisbol. Ahora bien, la cuestión es, ¿qué tan válida es esa experiencia para construir la estrategia de un equipo ganador?

No mucho la verdad. Póngase a pensar ¿le daría la dirección de Telmex al técnico que lleva trabajando 20 años en la empresa? No es probable. El creer que conociendo la parte técnica de una actividad ya sea cortar cables, preparar alimentos o golpear una pelota es suficiente para crear una organización exitosa ya sea una empresa o un equipo de béisbol es a lo que el gurú del emprendimiento Michael Gerber llama el Mito del Emprendedor.

Sin duda habrá alguien que argumente que eso aplica solo en los negocios, que los deportes son sobre talento, pasión y experiencia y no se pueden racionalizar o aplicar ningún tipo de conocimiento científico o administrativo.

En la película, Billy Beane Brad Pitt es el administrador del equipo de los Atléticos de Oakland y debe de encontrar la manera de mantener el equipo a flote y ganando. Él es un exjugador profesional que en su juventud fue invitado a las grandes ligas porque, de acuerdo a la sabiduría tradicional del béisbol, tenía todo para triunfar, aunque en realidad jamás despegó.

Esa situación lo lleva a desconfiar de la visión tradicional del juego. Con esa actitud encuentra a Peter Brand Jonah Hill un economista fanático del béisbol que desarrolló un método para evaluar de manera estadística y racional el desempeño de un jugador determinado en conjunto con un equipo determinado.

El conflicto surge cuando el sistema de Beane y Brand arroja nombres de jugadores que la experiencia convencional del béisbol considera como malos incluso algunos con capacidades disminuidas y que el entrenador Art Howe se niega a tener en el equipo y mucho menos a poner en el campo.

Tendrán que ver la película entera. Michael Gerber explica que los dueños de negocio que se creen el Mito del Emprendedor deben de dividirse en tres personas: el técnico, el visionario y el gerente. Está la parte técnica en forma del entrenador Howe, conocedor de cómo deben de entrenar, la mejor manera de robar base o de tirar, todos conocimientos muy valiosos si se quiere jugar béisbol, pero no suficientes si se quiere tener un equipo ganador en su conjunto.

Como la parte visionaria está Peter Brand que ve por el futuro del equipo a largo plazo y trata de ver como todos incluido el entrenador hagan su trabajo de mejor manera aportando ideas innovadoras. Finalmente, está el gerente en forma de Billy Beane que vigila que todos hagan bien su trabajo, funciona como asesor y proveedor de recursos jugadores en este caso para que todo pueda funcionar.

Una vez diferenciadas estas personas en la mente del emprendedor, uno debe de avanzar del técnico al visionario y luego al gerente y dejar las primeras dos funciones en manos de gente capaz. Esto con la finalidad de enfocarse en crecer y mejorar la empresa, tal y como lo hace Billy Beane en la película.

A los Atléticos de Oakland el aplicar conocimientos científicos y administrativos les funciono bien y después a toda la industria le fue bien y a cualquier persona que quiera aplicar conocimientos así en sus actividades diarias le irá bien. Ya sea que usted tenga un pequeño negocio o seas un estudiante de universidad, debes de aprender técnicas para racionalizar.

Así podrás mejorar procesos y no confiar únicamente en la experiencia importante sin duda que en muchas ocasiones limita nuestra visión y nuestro espíritu a lo conocido y repetitivo en vez de permitirnos ver más allá y encontrar maneras de mejorar el negocio, el béisbol o el mundo.

Colaboración de Esteban Sánchez Experto en negocios y emprendimiento, además de ser un apasionado del cine y las industrias del entretenimiento. Fundador y miembro activo de organizaciones que promueven el cine como arte y el espíritu emprendedor. Síganlo en Twitter.

Archivo Emprendedor. lo felicito por su comentario efectivamente esa es mi vision …cuando veo un pelicula , trato de encontrar una leccion para mis cursos de emprendimeinto …Quizas tenga otras ideas y recomendaciones de otras peliculas Saludos.

echando los puntos con La Pisca. Garcilaso decía, más ampliamente, que los indios. llaman chunca a cualquier juego, porque todos se cuentan por números; y porque los números van a parar al deceno, tomaron el número diez por el juego, y para decir juguemos dicen chuncásum.

El relato de Phelipe Guamán Poma también ponía a la pichica sic en un contexto de entretenimiento de señores principales durante el mes de abril, tiempo de cosecha; junto con el uayro de ynaca Guamán Poma, []: Pero parece que estos juegos se popularizaron, porque más adelante decía que los indios quedaban jugando mientras sus mujeres iban a trabajar al tambo Guamán Poma, []: 7 3.

LA PICHCA: ORÁCULO Y JUEGO DE FORTUNA. Si bien Murúa y Guamán Poma decían que la pichca o pisca era jugada por los incas, fue el padre Cobo quien recogió un largo relato sobre las circunstancias en que se cambió el nombre del punto que indicaba el número uno, o as del juego, por el de una favorita de Tupa Inca Yupanqui, hijo de Pachacuti.

El texto de Cobo complementa, como veremos luego, una de las versiones etnográficas más explicativas la N° 4, procedente de San Luis ; además, tras los primeros envíos de mitmacuna y avances conquistadores de su padre hacia el actual noroeste argentino, Tupa Inca fue el colonizador de estas latitudes, a ambos lados de la cordillera.

El relato dice así:. Viendo, pues, sus vasallos que esta mujer era la que mas preciaba y mas cabida tenía con el rey, la procuraban todos agradar y servir, por el contento y gusto que dello recebía el rey. Sucedió una vez que estando el Inca holgándose en el valle de Yucay, se puso a jugar con ciertos Señores a la pichca, que es algo modo de dados, y habiendo ya el Inca ganado casi todo el juego, solo le faltaba un punto, que era el as, y si no lo echaba, no ganaba nada, y echándolo, ganaba y remataba el juego.

Si quieres que se vuelva de principio, se volverá, y si no, vaya en tu nombre, si gustas dello. El Inca con todos los demás quedaron muy contentos, y mucho mas la Señora, a quien dio luego el Inca la joya que ganó; y desde este juego mandó el Inca que el número uno se llamase guayro en toda la tierra, en memoria de la suerte y ganancia que con él hizo en nombre desta Señora; y asi, hasta el día de hoy, en la mayor parte del reino llaman al número uno guayro, al modo que entre nosotros se dice as.

Más adelante, el mismo autor comparaba los juegos de los indios peruanos con los dados europeos, y señalaba que los indios no tenían costumbre de jugar.

pero usábanlos más por entretenimiento que por codicia de la ganancia; si bien a veces iba en ellos algún precio, como eran mantas, ganados y otras cosas; mas esto era en poca cantidad y sin picarse mucho al juego.

el llamado pichca era como de dados: jugábanlo con un solo dado de cinco puntos, que no tenía mayor suerte. En , el padre Ovalle contaba que los indios de Chile, cuando se reunían para bailar tomados de las manos alrededor de su bandera es decir, los araucanos durante las rogativas anuales o gnillatún , mientras unos bailaban otros jugaban diversos juegos, de los cuales sólo describe dos.

Del que nos interesa aquí decía:. El otro juego, que llaman del quechucague le juegan dejando caer al suelo como se haze al juego de la taba un palillo en forma de pirámide, el qual quando cae en pie se ganan cinco puntos, y estos se van apuntando en un semicirculo, que tienen en el suelo con cierto numero de casitas donde van poniendo una piedresita, las quales también van diuididas de cinco en cinco, que en lengua de Indio quiere dezir queuchu[sic], y por ello llaman este juego del quchucague[sicl.

El quechucahue Fig. Un buscador de oro de la época contaba que estando de visita en lo del cacique pehuenche Ancán Namún, en la cordillera del Viento, éste. Pérez Campos. LA PIC H CA: ORÁCULO Y JUEGO DE FORTUNA. Volvió a mandar a la mujer que sacase el bolsillo que estaba lleno, pero ésta, más advertida, i más prudente que su marido, aparentó buscarle i por dos veces dijo desde el retrete, que no lo hallaba.

En , a Jorge Juan y Antonio de Ulloa les llamaba la atención que los indios del Perú fueran ajenos al vicio del juego, al extremo que no jugaran nada más que a uno que conservaban desde el tiempo de su gentilidad, compuesto por un tablero con clavijas para anotar los tantos y un dado para contarlos:.

à el quai dán el nombre de Pasa, que significa Ciento; por ganar en él el que primero llega à completar este numero. Para jugarlo, tienen dos instrumentos: el uno viene à ser un Aguila de dos Cabezas de madera con diez agugeros por cada parte; donde metiendo unas clavijas, sirven estas de apuntar por diezes los tantos, que cada uno hace; y el otro es un Huesso à manera de Dado dividido en siete caras; de las quales à la una, que tiene puesta cierta señal para distinguirse, llaman Guayro: las otras cinco numeran por su orden, y la ultima queda en blanco; su invención no es otra, que tirar el Huesso por alto, y tantas quantas señala la cara, que queda superior se ganan; pero si cae la que se llama Guayro, entonces se ganan diez, y se pierden otras tantas, quando queda acia arriba la blanca.

Aun siendo este juego propio de ellos, lo acostumbran muy poco, y por lo regular solo quando empiezan à beber. La pichca y otras voces relacionadas.

Como parte de las campañas de evangelización, los misioneros recogieron vocabularios de lenguas indígenas y redactaron gramáticas. En los correspondientes al siglo XVI, están las voces que encontramos en los relatos de los cronistas sobre la pichca — su carácter de juego de fortuna, su relación con el número cinco, la descripción a través de los juegos de dados y taba, etcétera — , en estos términos:.

Jugar juego de fortuna. Jugador deste juego. Huayru, vn tanto, o azar al juego de los yndios. Pichca, pichcandi, vn cierto genero de juego de indios.

Pichcani, pichcacnm, jugar este juego. luego de los Naturales. El mayor punto, o el mejor que gana. Vn juego como de dados. Los instrumentos de cada juego. Qualquier juego de fortuna. lugar precio a juego de fortuna.

Vn palo seysauado con que juegan. Ppichcani ppichccacuni. lugar este juego. También el padre Ludovico Bertonio recogió en su vocabulario aymara este término al sur del lago Titicaca, entre los pacajes.

En esa región había, por lo menos, dos juegos que usaban un dado de madera para determinar los tantos, al que se comparaba también con los juegos europeos:. Phisca: Es también vn dado de palo, conque juega como a la taua[esta voz no figura].

Phiscasitha: jugar con el. Iugarle: Phiseasitha[sic] vel Chuncasitha. Chuncasitha, Piscasitha; jugar a la tagua, que aca es de madera. Chuncaasitha, Marccaasitha. Perder a este juego. Vencer[a este juego? Correlación de la pichca con juegos europeos del siglo XVI. En los textos citados, la forma de jugar a la pichca fue descrita por comparación con otros juegos europeos en los que se empleaban piezas de hueso, y donde se ganaba o perdía según cómo éstas caían.

Por eso nos pareció oportuno hacer aquí un aparte para referimos a los mismos, siguiendo a un autor de la época, Juan o Rodrigo Caro, un capellán que escribió en diálogo un tratado sobre juegos populares. LA P1CHCA : ORÁCULO Y JUEGO DE FORTUNA. La taba. Según este autor, para el juego de taba se usaba como dado el hueso de la coyuntura baja de los animales patihendidos Fig.

Las suertes dichosas eran: Vénus, Cous, Suppus, Basiliscus, Midas, Hércules; y las suertes infelices y azares eran: Canis, Chius, Planus, Vulturius, Asinus.

Por metáfora con los dados, 1 y 6 eran suerte infeliz y feliz, respectivamente. En el siglo XVI, la suerte infeliz se llamaba horca y la suerte feliz, carne.

Pero en el siglo XVII se jugaba con una sola taba, y se ganaba cuando el hueso caía quedando arriba la parte. que hace algo de hinchazón o barriga. Si echaban la parte contraria a ésta, que hace una concavidad y es algo llana la llamaban canis, chius, planus, vulturius, etc.

Para la misma época, uno de los personajes de Caro, que era cochero, explicaba que, según la región, cambiaban los nombres de los lados del hueso; el lado que tenía un dibujo en forma de S se llamaba carne y ganaba; el lado contrario se llamaba chuque , y perdía.

En cuanto a los otros lados. cuando la taba cae a la parte llana que tiene una concavidad le llaman un nombre deshonesto de la parte trasera sobre que nos sentamos, y á la contraria á esta llaman barriga por aquella hinchazón que alli muestra el hueso, y con esta ganan Caro, []: alguna vez, que era cosa muy rara, caía de punta y se tenía[se sostenía], era tenido por dichosísimo agüero y fortuna Había aún otra variedad del juego con taba que se llamaba el juego del rey; el lado del hueso con figura de S se llamaba rey , y el contrario alguacil; la parte que hacía barriga le decían zapata y a la contraria, horca.

Según caía la taba, a cada uno le correspondía un oficio y el juego consistía en que cada participante debía representar lo que se decía. Agregaba el autor que este juego era similar al juego de los jueces, y que podía terminar mal porque los jugadores a veces tomaban muy en serio su rol Caro, []: Los dados.

Continuaba Caro diciendo que muy engastado viene este juego de la Taba con el juego de los Dados, pero que la taba era más antigua. Los dados tenían seis lados iguales y en ellos ocho ángulos pero sobre cualquier lado que cayese, el dado se sostenía firme.

A diferencia de la taba, que se jugaba con una o cuatro piezas, los dados se jugaban siempre con tres, cuyas caras estaban marcadas con puntos que valían números: la suerte azar e infeliz era uno y se llamaba can, y la más dichosa era seis, equivalente a diestro o dichoso feliz.

Para mezclarlos se usaba un vasito llamado turriculos, fritillos o pyrgos, que igual que el usado para mezclar las tabas cuando se jugaba con cuatro huesos tenía escalones intemos para que no se clavaran los dados, y se arrojaban sobre la tabula o alveolo Caro, []: , , Además, servía para adivinar ya que, por las suertes de los dados, se conocían a los que se querían bien Caro, []: VII, lib.

VIII Recopil. La perinola, ajedrez, pleistobolinda y harinillas. El otro juego con que se comparaba la pichca era la perinola la cual, en el siglo XVI, en Europa, sólo tenía cuatro lados, marcados T, S, P, D. La buena suerte era T, la suerte mala era P, en tanto que D y S eran suertes medias o indiferentes Caro, []: 7.

La comparación de la pichca con el ajedrez, que veremos en la version N° 4 de San Luis, es insostenible por definición porque en el ajedrez no interviene el azar, pero, a nuestro entender, lo que el informante tomó en cuenta para su descripción fue la forma cuadrada de ambos tableros, y la existencia de casillas por donde iban moviéndose las fichas.

También puede que haya influido el número de fichas, porque en el siglo XVI el ajedrez se jugaba con doce trebejos Caro, []: , y no sabemos cuál versión de este juego conocía el jugador puntano.

Volviendo a Caro, tenemos otros juegos más sencillos, también con tabas o astrágalos, similares a las versiones menos complejas de la pichca recogidas en nuestro país N° 1, 6 y 7. Uno de ellos se llamaba pleistobolinda, se jugaba con dados o tabas y ganaba el que sacaba mayor puntaje; otro era el juego de las harinillas, y se jugaba en el siglo XVI con unas piezas de hueso como dados, con sus puntos desde 1 hasta 6, y el que hecha mayor número gana.

Registro arqueológico. Siempre estuvieron asentados en lugares estratégicamente ubicados con relación a los recursos naturales básicos agua, tierra de cultivo y, desde el punto de vista europeo, fueron poblaciones gobernadas por caciques cuya amistad o captura aseguró la mano de obra indígena, tanto a incas como a españoles.

Huaca Tres Palos, valle del Rímac. Esta huaca, también llamada La Campana, Pando, Maranga o del Estanque, se encuentra actualmente dentro del predio del Parque Las Leyendas, en Maranga, sobre la margen izquierda del río Rímac Cox et ai, En líneas generales, Tres Palos tiene forma de una pirámide trunca, escalonada, de adobes, rematada por una amplia plataforma.

Por el lado sud-sudeste, las plataformas sucesivas tienen 1,35 m de alto por otro tanto de ancho, en tanto que por el oeste los muros de tapia son más altos, existiendo al pie de los mismos un estanque Buntinx, ; Cárdenas Martin, a: 40; b: 1.

En el nivel de la plataforma superior hubo un templo preincaico del cual se conservaron, sobre la parte sur, dos grupos simétricos de 48 pozos cada uno 6 x 8 , con troncos de madera dura clavados dentro de cada uno de ellos; originalmente estos troncos tuvieron, por lo menos, dos metros de largo.

Desde ese nivel y hacia el lado norte hay un patio hundido al cual se desciende, viniendo desde los pozos, por una rampa central, o desde el oeste por una rampa más pequeña ubicada en la esquina, o desde el este por una escalera central.

En el relleno de este patio había alfarería incaica Cárdenas Martin, b: 4, 27 y 28; Ramos de Cox, A la llegada de los españoles, la plataforma superior no mostraba rastros del patio y de los pozos, porque habían sido tapados por los incas.

Sobre una parte de dichos pozos, en el ángulo sudoeste, se construyó entre el siglo XVI-XVII una casa española, cuyo acceso fue una escalinata abierta sobre el lado sur de la pirámide, que iba desde el nivel del suelo hasta la plataforma superior.

Entre los desechos rescatados en el basural de la casa española, ubicado en un pozo abierto en un escalón de la escalinata incaica, en el lado sur de la huaca Ramos de Cox, ; Buntinx, ; 31 , se encontraron fragmentos de documentos, naipes, ropa estilo europeo, pedazos de clavos y estribos, semillas, tarugos de madera, etcétera Buntinx, ; Benavides et ai, ; Cogomo, ; ; Olivera, ; Cárdenas, a: fig.

Uno de ellos parece no haber sido usado; es una pirámide cuadrilátera trunca, de madera, color amarillo claro y fibra fina que corre de base a base.

Tiene 3,5 cm de alto y la base menor tiene grabadas las diagonales; sobre los lados están marcados con surcos horizontales, también profundos, que van de lado a lado, los tantos: 1 , 2, 3, 4.

La base mayor parece que no tiene ninguna marca Fig. El otro dado, en cambio, es de madera marrón oscura, también de fibra fina, y parece haber sido muy usado porque los bordes están redondeados y las marcas son poco notables a pesar de haber sido profundas; el mayor desgaste de la superficie y las aristas está en el tercio que rodea la base menor y en ella misma no presenta ningún dibujo , como si allí hubiera sido el lado más golpeado.

Tiene una altura actual de 2,8 cm. Pachacamac, valle de Lurín. Durante la limpieza de la pirámide con rampa N° 1, en el año , se encontró un dado de madera similar Fig. Alto: 3,5 cm; b Nro.

Alto: 2,8 cm. Albarello en base a croquis y fotos de M. Alto: 3,1 cm. Las líneas grabadas tienen restos de ocre claro según Jimenéz Borja, foto 6. Dibujo de I. tiene la forma de una pirámide trunca.

En cuatro de sus lados lucen surcos horizontales marcando los tantos uno, dos, tres y cuatro. La base de la pirámide no tiene nada y el ápice una ornamentación a base de líneas rectas incisas, coloreadas de ocre claro.

Las dimensiones en centímetros de este objeto son: 3. Hasta el año 1 , se habían relevado tres pirámides con rampa en Pachacamac, cuyo " volumen piramidal está conformado por dos niveles de plataformas unidas por una rampa frontal céntrica y habitaciones diversas dispuestas en una planta en U abierta hacia el este.

A partir del d. Ambos valles, Lurín y Lima, fueron habitados por lo menos desde el Formativo; pero bajo el gobierno de los incas, al parecer la extensión y monumentalidad del sitio de Maranga, en Lima, superó al centro ceremonial de Pachacamac Canziani, Por su parte, luego de saquear el oro de Pachacamac, los españoles se asentaron en Lima.

Lo que nos interesa destacar aquí es, no solamente que este lugar fue un núcleo habitacional importante durante el Tahuantinsuyu, sino también la presencia de oráculos, es decir huacas que respondían las preguntas de sus devotos, en la zona.

En ese sentido, tanto las de Maranga como del templo de Pachacamac, hay noticia de haber albergado. Bingham en Machu Picchu, alto 3 cm según Rowe, Plate 79 y según Bingham, sendos oráculos Garcilaso, 1 [ 1 ]II: 67 y 71 , a pesar de la opinion de Calancha [1 ]: También decía Garcilaso que, durante el gobierno de Pachacútec, quedó establecido que en el templo de Pachacamac se consultaran con el oráculo los negocios reales y señoriles y en el de Rimac los comunes y plebeyos Garcilaso, 1 [ 1 ]II: 71 Machu Picchu, valle del Urubamba.

Hiram Bingham encontró allí varios dados de alfarería Fig. En opinión de Bingham, se trataba de dados o piezas usados por un pueblo megalítico preincaico para marcar cuentas antes de que los incas inventaran el quipu, y. agregaba que, a pesar de ser bastante comunes en Machu Picchu, los incas jamás habían usado estos dados Bingham, En uno de los dados de alfarería hallado por Bingham, y publicado en parte por él y en parte por Rowe plate 79 , vemos que una de sus caras está dividida en partes iguales por una línea horizontal de la cual bajan cuatro líneas verticales; otro lado, probablemente el opuesto, tiene un cuadriculado formado también con dos líneas verticales y tres horizontales.

Si este último diseño tuviera relación con el colcampata dibujado por Santa Cruz Pachacuti al pie del dibujo del altar del Coricancha Pachacuti, [ 3]: , nos preguntamos si el primer diseño podría estar relacionado con la lluvia Casabindo, puna de Jujuy. Durante su viaje por el noroeste argentino, Max Uhle compró en , como procedente de una tumba prehispánica de Taranta, cerca de Casabindo, un dado de madera de 3 cm de altura Fig.

Colección Uhle, Museo Etnográfico de Berlín, Y. Casabindo está en un área con consistente registro incaico, y se encuentra en la región por donde Tupa Inca pasó, o por lo menos su ejército; allí hay caminos, tambos y andenenas Raffíno, 70 y Fig.

LXIII 2, 2a, 2b, , , formando un diseño similar al del dado de Pachacamac Fig. Entre las piezas prehispánicas conocidas, ésta de Averías es excepcional, por ser de alfarería pintada, por su tamaño y porque en sus caras se encuentran, dos a dos, diseños sin relación aparente con una numeración correlativa, como en uno de los dados de Machu Picchu En nuestra opinión, los dibujos de la pieza de Averías podrían grafícar dos meteoros que, hasta el día de hoy, se producen regularmente en la región: la lluvia, cayendo del cielo nublado a la tierra rayas transversales y paralelas entre diseños escalonados negros , y la tormenta eléctrica, o tormenta seca, sin lluvia zig-zag.

En la alfarería de la región, y en Averías particularmente, se repiten los diseños relacionados con el agua espirales, meandros , y de serpientes más o menos estilizadas, tanto en los platos hondos {pucos como en las grandes tinajas {urnas , en cuyo interior se hallaban siempre huesos humanos Fig.

Lámina LXIII, 2, 2a y 2b. Si interpretamos bien los diseños de esta pieza, la huaca consultada con ella tal vez tuviera la conocida forma de una vasija de alfarería, femenina, con un dibujo en zig¬ zag entre el cuello y el ombligo, similar a las halladas en las montañas de Catamarca, región vecina a Santiago, y en el valle de Yocavil sector sur del valle Calchaquí Rojo y negro sobre fondo blanco según Wagner y Wagner, Lámina III.

Alrededor de se produjo una rebelión en Santiago del Estero, relacionada de alguna manera con la de Juan Calchaquí, cacique del valle homónimo. Los indios se hicieron fuertes en las ciénagas del río Salado Levillier, 11 : 26 , un lugar en donde los caballos no podían entrar. Este hecho refuerza nuestra hipótesis sobre la presencia de una huaca importante en la región, tal vez su líder, y relacionada con el agua y su distribución consultada mediante piezas como la que aquí ilustramos.

Antes el agua de la región estuvo canalizada con acequias y almacenada en lagunas cocha , infraestructura que los primeros españoles aprovecharon en parte Levillier, 11 : LA P IC H CA: ORÁCULO Y JUEGO DE FORTUNA. En ese tramo del río Salado se encuentra una alfarería prehispánica, pintada en rojo y negro sobre fondo blanco, llamado estilo Averías, por el sitio-tipo; dicho estilo está considerado como cronológicamente tardío en la región.

Pero piezas similares se encuentran en las montañas de Catamarca, también en un ambiente semiárido con mejores condiciones para el almacenamiento y distribución de agua Lorandi, , y con fuerte presencia incaica.

También del río Salado provienen discos y hachas de bronce de buena factura y probable uso ceremonial Pedersen, , cronológicamente tardías pero preincaicas según A. González ; Si bien R. Raffino , tomando en cuenta la falta de evidencia arquitectónica y vial, no incluyó hasta ahora a Santiago del Estero en su Horizonte Inka, algunos datos sobre organización social indígena en el Tucumán del siglo XVI nos permiten suponer la presencia incaica a través de asentamientos de mitmacuna.

Hasta hoy se habla habitualmente quechua en esa provincia. El ajuste de la secuencia cronológica y de la exacta procedencia de las alfarerías a través de excavaciones científicamente controladas, como las que actualmente lleva a cabo J. Togo con relación a la secuencia más temprana, es de mucha utilidad porque, en general, las piezas de Catamarca y del valle Calchaquí más conocidas proceden de huaqueo.

Viluco, provincia de Mendoza. Fue un cementerio cuyas tumbas contenían materiales indígenas y europeos hierro, cuentas de vidrio, etcétera , excavado por C. Reed a principios de este siglo; de allí procede una pirámide cuadrilátera de piedra pómez, sin truncar, de 4 cm de alto Fig.

Alto: 4 cm según Boman, Fig. Chenque Haichol, provincia del Neuquén. Al sur de Mendoza, siguiendo la línea este del piedemonte de la cordillera de los Andes, está esta cueva que fue, en su última etapa de ocupación, un campamento de recolectores de piñones de pehuén Araucaria araucana.

Durante la excavación se encontró una pieza de piedra pómez, de forma casi piramidal, base cuadrada, lados acanalados y de 4, 1 cm de alto Fig. La superficie había sido pintada con óxido de hierro antes de marcar los puntos que señalan los tantos, de manera que sobre el rojo resaltan los hoyuelos claros Fernández, Cronológicamente fue ubicada entre los y a.

Fernández, Registro etnográfico. Durante los siglos XVI y XVII en el Perú seguía en vigencia la pichca con ese u otro nombre , como juego y como forma de consultar la voluntad de la huaca.

Entrado el siglo XVIII, subsistió como juego de fortuna, pero aún se recordaba su invención como juego prehispánico. Ahora interesa ver si hubo, además de cambios, continuidad, a partir de ese siglo, en los lugares con registro prehispánico o colonial temprano.

Excepto el de Santiago del Estero, los demás objetos considerados aquí fueron comprados por los distintos autores a personas que recordaban haberlos usado hasta unos años antes. En algunos casos, el registro no señalaba con precisión la población de origen sino un área geográfica en la cual se hablaba una lengua determinada.

Por eso nos basamos en esos datos con cierta reserva. Alto: 4,1 cm según Fernández, Fig. Sierra del Ecuador. Sobre Riobamba cordillera central de Ecuador , R.

Karsten publicó dos trabajos, uno acerca de juegos ceremoniales en general y otro sobre el juego del huairu, que no pudimos consultar Karsten, a; b. Pero en una obra de conjunto sobre los incas, incluyó en el capítulo Le culte des morts et des ancêtres el juego del huairu practicado con un dado del mismo nombre, de forma piramidal, tallado en un fémur de llama Fig.

Para jugar colocaban el cadáver en su cama, en medio de la habitación, y los jugadores se sentaban a ambos lados del mismo, en dos hileras paralelas y enfrentadas; el juego consistía en arrojar el dado por encima del cadáver hacia la persona ubicada en la hilera justo enfrente del jugador.

Ganaba quien hacía caer el dado verticalmente, cosa difícil de lograr y que permitía opinar a los presentes sobre las enemistades entre el difunto y los jugadores, diciendo que por eso el muerto no los ayudaba, etcétera. Los indígenas de la región hablaban quechua y Karsten decía que la costumbre de este juego se extendía a todas las regiones montañosas del Perú y Bolivia En Sigsig, en la sierra al sureste de Cuenca, en los años 60 se jugaba al huairu durante los velorios, bajo un cuadro que representaba a las Ánimas, usando un dado de hueso similar al ilustrado por Rivet 12b y por Karsten, haciendo correr las fichas granos de maíz, porotos sobre un tablero 12d que, para demostración, el narrador realizó en hoja de maguey {Agave americana L.

Para iniciar el juego uno de los jefes tomaba el dado de hueso por el extremo más delgado entre los dedos pulgar, índice y del medio, y dando un giro lo arrojaba al aire; si caía mostrando la cara con la cruz, entonces comenzaba el partido.

Karsten, según Nordenskiôld, Fig. Alto: 6 a 8 cm; b Dado publicado por Rivet según Cereceda lámina 6. Alto aproximado: 20 cm. yendo por el camino más corto, mientras que el otro equipo iba por el camino más largo y ganaba el que conseguía poner sus fichas en la casa del medio.

Costa del Perú. Para el área de Lima no hemos encontrado, hasta ahora, ningún dato que señale una persistencia de la pichca durante el siglo XVIII o siguientes, ni siquiera como juego. Tal vez nuestra falta de registros sea aparente. Sierra del Perú. Hablando del wayru, E.

Romero decía que J. Tello tenía un dado de madera pintado de rojo que había traído de algún lugar de la sierra Romero, Para Anta, Cusco, hay registros del siglo XX de un juego de velorio llamado pisqay que se jugaba con un dado de piedra con forma de pirámide trunca que podía pesar hasta un kilo, y que se guardaba en la iglesia, o se alquilaba, o lo tenía el alcalde o algún pariente del difunto lo tallaba para la ocasión; en un caso se decía waylo cuando salía el número uno y en otro, ese punto se llamaba t'oqo.

La finalidad del juego eran las apuestas por dinero y ganar oraciones para el difunto Roca Wallparimachi, 1 38 y siguientes. En , en Apurímac, el juego de velorio para ganar oraciones para el difunto se llamaba piscay, y se hacía con un dado con forma de paralelepípedo, llamado pisqana k ullu Fig.

Alto: ¿5cm? Santiago del Estero. En su trabajo sobre arqueología comparada, E. En este caso también se trataba de una pirámide cuadrilátera truncada, pero en su base menor y en uno de los lados tenía grabada una cruz que no era un aspa; en el otro lado visible en la figura se ven cuatro rayas horizontales profundas Fig.

Este objeto reúne elementos prehispánicos presenta rayas horizontales paralelas sobre un lado , pero las dos cruces lo acercan a los dados usados para ganar oraciones en los juegos de velorio, tema sobre el que, hasta ahora, no hemos podido conseguir ningún dato etnográfico regional.

Puna de Jujuy. A fines del siglo XIX existía en esta región la costumbre de celebrar el 2 de noviembre, reuniéndose alrededor de cada tumba un grupo de parientes y amigos del difunto. Sobre el túmulo se extendía un poncho y encima se ponían los platos con comida.

La persona más anciana comenzaba a rezar y seguían luego los presentes, mientras bebían y salpicaban unas gotas de cada vaso sobre la tierra que cubría la tumba. Para conocer la oración de cual de los presentes era la más propicia para el difunto, tiraban una taba por encima de la sepultura y, según cayese, el que ganaba debía rezar y el que perdía debía dar muestras de tristeza Ambrosetti, A Eric Boman le dijeron en Abra Pampa que allí se acostumbraba también lavar la ropa del difunto, pero a los ocho días del fallecimiento, a diferencia de Susques donde se hacía al día siguiente.

hallado en Laguna Muyo, Santiago del Estero. LA P I CH CA: ORÁCULO Y JUEGO DE FORTUNA. Boman, 5 1 9 , es decir, jugando a la taba se elegía a quiénes rezarían mientras se lavaba la ropa del difunto En la región perviven rasgos culturales que nos permiten sustentar la hipótesis de una continuidad prehispánica; por ejemplo, hemos observado en un sector de la puna con marcada presencia inca, sitios con líneas paralelas entre sí y convergentes hacia una colina, un alero o círculos concéntricos, es decir ¿un remedo de los ceque cusqueños?

Gentile, ms. También hay registros de principios del siglo XX sobre imágenes milagrosas aparecidas de distintas maneras, a las que el párroco bautizaba diciendo ser tal o cual santo. Aunque la imagen original hubiera sido de piedra y actualmente sea una pintura sobre metal o tela, o una figura de yeso, sus esclavos repiten el relato sobre la primera aparición.

También dicen que la figura misma puede cambiar de color, de sitio , para manifestar tristeza, enojo, etcétera Colatarci, a.

Aquí el sasserdote de ydolos prehispánico y colonial fue reemplazado por el párroco en el momento de definir la personalidad de la figura hallada, y la imagen milagrosa es consultada, entre otras formas, encendiendo una vela en su presencia, y observando el chisporroteo de la llama y la forma como chorrea la cera.

Por eso, basándonos en nuestras observaciones y en los relevamientos de Azucena Colatarci en la puna de Jujuy, quebrada de Humahuaca y el Ramal Colatarci, ; ; b , pensamos que existe continuidad en la región entre un culto de huaca familiares y las imágenes milagrosas de algunos santuarios particulares Gentile, c.

Área araucana. quechú o triángulo de madera, con varios puntos embutidos de alquimia o plomo Hasta comienzos de este siglo se mantenía el juego del kechukawe o kechucan, con reglas similares a las descritas por Ovalle en 1 El padre Augusta decía que en araucano.

kechu, num. En la misma época, Manuel Manquilef, hijo de un cacique araucano, describía el dado con que se jugaba, diciendo que era. un prisma que tiene tanto la base superior como la inferior triangulares; las tres caras laterales son rectangulares y en éstas hay dos, tres y cinco puntitos negros, y en la base existe uno.

Otras veces el prisma es truncado y el punto es matador al caer el cuerpo descansando en ese lado. Este juego se denomina kechukawe o kechukan Nota 1 : kechu es cinco en araucano por tener su prisma cinco caras. Llanuras argentinas.

En esta región, ubicada entre la precordillera y el Océano Atlántico, se produjo una confluencia del juego practicado con varios astrágalos o tabas, similar al antiguo juego europeo, con el nombre quechua, pichca , originado en el numeral cinco; de allí pasó a nombrar también el dado y, cuando éste era de hueso dio su nombre al hueso mismo, aunque a veces no fuera el astrágalo.

En la sierra de San Luis Fig. Vocabularios actuales. En algunos vocabularios de quechua y aymara publicados en los últimos años casi no queda recuerdo del juego original, sino de componentes aislados del mismo. En quechua ¿Bolivia? río Quinto y la sierra de San Luis según Rickard, Ceremonias que se realizan al quinto día del fallecimiento de una persona.

Por su parte, J. Tobillo, Empeine, parte superior del pié. Lira, s. Cinco, cuatro mas uno, cinco unidades. Guarismo que representa dicho número Algunos dicen Phéskka.

Cinco, 5. Voz conocida pero no empleada en el lenguaje corriente. Seguramente por su semejanza fonética con pishcko Pishcko, s. Miembro genital masculino. Estudio de un caso: el juego de la píchica en la provincia de San Luis, República Argentina. San Luis. Es una de las provincias argentinas ubicadas en el centro del país.

Su hidro-orografía comprende dos partes bien definidas y la ciudad capital se encuentra, más o menos, en el límite entre las dos: al norte la sierra de San Luis y al sur la llanura o pampa semiárida. La ciudad de San Luis, fundada en 1 , fue mudada tres veces a lugares cercanos entre sí, a causa del abastecimiento de agua; también fue conocida con varios nombres durante ese siglo: San Luis Nueva Palmira del Río Seco, San Luis de Loyola Río Seco de Medina, San Luis de la Sierra o San Luis de la Punta de los Venados Gez, Casi hasta el siglo XX, la región fue el extremo sur de la avanzada colonizadora, una antesala de las travesías pampeanas y patagónicas.

Al norte de la sierra de San Luis y al pie de las Sierras Pampeanas, se extiende la Pampa de las Salinas, la cual está separada de la Cordillera de los Andes por anchos bolsones semiáridos.

La sierra de San Luis tiene un suave declive hacia el este, siendo más abrupto hacia el oeste; no está constituida por cadenas con rumbo determinado, aspecto notable en las quebradas que la cruzan.

En general, este macizo irregular no supera los 1 msnm, excepto en los cerros Tomolasta 2 msnm , Monigote 2 1 30 msnm y sierra de Pancanta 2 msnm. El clima es seco, y los cauces suelen llevar agua sólo después de temporales fuertes en las sierras, en cuyo pie, en las bocas de los ríos, se concentra hasta hoy la vida de la región Kühn, 19, , , , ; El macizo de San Luis tenía oro superficial en los aluviones de los valles de La Carolina, Cañada Honda e Intiguasi y todos los arroyos Fig.

Reproducción fotográfica de H. El río Quinto, que nace en la sierra de San Luis, tenía en sus orillas y alrededores bosques de caldén Prosopis caldenia , árboles de 12 a 15 metros de alto, cuya madera se empleaba en carpintería y techumbres Martin de Moussy, La abrupta orografía y las dificultades de transporte mantuvieron relativamente aislada a la región serrana en cuanto a la explotación minera intensiva y la instalación de industrias hasta hace pocos años.

Las minas de oro de La Carolina. En , la corona española separó parte del territorio del virreinato del Perú y creó el virreinato del Río de la Plata; para mejorar la administración de este último, lo subdividió, en , en intendencias.

La ciudad de San Luis formó parte de la Intendencia de Córdoba, ciudad esta donde residió el gobernador intendente Gez, 73, ; San Martino, 31 y siguientes.

El marqués de Sobremonte, primer gobernador intendente de Córdoba, informó al virrey que, en , dos sujetos habían encontrado granos de oro en San Antonio de las Invernadas, cerca de San Luis, y que habían solicitado algunas estacas, que se las concedieron para promover las labores en los términos de las ordenanzas mineras de Nueva España México ; sin embargo, atribuía el descubrimiento a Bartolomé Arias Renzel Gez, Dos años después, en , los herederos de Tomás Lucio Lucero reclamaron la posesión judicial, según los términos de la nueva administración virreinal, de la zona del cerro Tomolasta, alegando que Arias había sacado mucho oro sin participarles el uno por ciento correspondiente, ni pagarles arrendamiento por sus tierras, al mismo.

tiempo que hablaban de un laboreo suspendido por falta de inteligentes o ensayadores Gez, También en ese año, , Sobremonte visitó las regiones mineras de Famatina, Jáchal, Uspallata y San Luis para fomentar su explotación y reforzar la línea de frontera sur Gez, De este último sitio, envió muestras de oro para ensayar en Potosí y la noticia de su ley, 1 8 quilates, se difundió rápidamente provocando tal afluencia de gente a la región que el gobernador tuvo que enviar un juez comisionado, establecer un destacamento de milicias y abrir caminos Gez, Entre 1 y 1 , se realizaron labores superficiales, pero a partir del agotamiento de los lavaderos se comenzaron a profundizar las excavaciones.

En , un asesor de la Intendencia hizo la primera visita oficial a la región cuando ya había 25 minas en laboreo y varios cateadores autorizados; en esa oportunidad, se dispuso la traza de una población al pie del cerro Tomolasta que se llamó La Carolina, en homenaje a Carlos III, y se repartieron solares entre los mineros Gez, El oro se llevaba a Chile y se acuñaba en la casa de moneda de Santiago, pero un ensayador profesional enviado por el virrey Arredondo le aconsejó a éste establecer un banco de rescate en La Carolina, para comprar el oro a precio justo y luego remitirlo a Potosí para ser amonedado Gez, Lucero y J.

Daract, continuaron interesados en mantener la explotación de La Carolina a través de concesiones, no solamente del oro sino también de la galena argentífera, scheelita, wolfram, tungsteno, ónix e hierro Gez, III : En , se instaló el primer trapiche, a ocho leguas de La Carolina, en un arroyo afluente del río Quinto y a partir de ese momento se incorporó maquinaria esporádicamente a lo largo del siglo XIX, pero se siguió trabajando sólo en invierno, sobre todo en la Cañada Honda Fig.

Tanto J. Gez ; como E. Largo , se basaron en la documentación de la época en que San Antonio de las Invernadas cobró impulso como explotación minera luego de la visita del marqués de Sobremonte en Pero el gobernador intendente llegó allí atraído por las solicitudes de los descubridores que denunciaron sus estacas, es decir, hubo cáteos anteriores, los de por lo menos, además de las labores suspendidas de las que hablaba Lucero.

Por otra parte, desde fines del siglo XVI, por lo menos, se sabía que el macizo montañoso de San Luis estaba cruzado por arroyos que arrastraban granos de oro y que cerca del río Quinto podrían estar los Césares, habitantes de una ciudad fabulosamente rica e insistentemente buscada Gentile, ms.

En nuestra opinion, el nuevo orden impuesto por Carlos III obligó a los titulares de las mercedes de tierras a oficializar la extracción del mineral; antes de ese vuelco administrativo, los lavaderos de oro de San Luis, dadas sus características no se necesitaba maquinaria especial ni cantidad de mano de obra, azogue, pólvora, etcétera , pasaron desapercibidos para la corona española.

La píchica en San Luis. El contexto. La Carolina estaba ubicada a unos 85 km al norte de la ciudad de San Luis, en una región desprovista de cualquier medio de vida agropecuario. en tiempos de las primeras exploraciones eran miles de pesos ganados y perdidos á este juego La presencia en la zona, a través de la titularidad de mercedes de tierras, de la familia Lucero a partir de 1 por lo menos , explicaría por qué la versión del juego relatada por un hijo de Genara Lucero fue la más detallada de todas las recogidas en En este contexto también, es verosímil suponer que el capitán Luis Lucio Lucero llevó el juego a la región aurífera de San Luis en el siglo XVII, pero necesitaríamos otra evidencia para afirmar esto.

En cuanto al trato con los indios, esta versión no especifica de cuál grupo indígena podría tratarse, y nosotros suponemos que un centro minero estaría también habitado por mestizos, criollos y españoles, además de indios.

Tal vez sea indicativo el quechucagüe que describió Ovalle en , que se jugaba en el sur de Chile con un dado de madera piramidal igual al de San Luis, pero sobre un tablero que era la mitad. Las siete versiones halladas. Encontramos seis versiones del juego de la pichica en la provincia de San Luis y una en la de Córdoba, tal cual se jugó hasta principios de nuestro siglo Los relatos varían entre sí en lo relativo a la forma del tablero y al número de casillas que los componen; tres de ellos son textos breves, así que no podemos afirmar.

que no existiera tal o cual regla para jugar, pero contienen suficientes datos como para permitir comparaciones; dos de las siete versiones no incluían dibujo o descripción del tablero. Solamente una traía el dibujo del dado, pero todas lo describían y el nombre del juego, pichica, era común a todos.

En todos los casos se trataba de un juego de varones, adultos o niños, y las reglas del juego y la forma del tablero eran más o menos complicadas según quienes jugaran.

Los tableros que se dibujaban en el suelo podían ser redondos o cuadrados, y las fichas podían jugarse moviéndolas de casillero en casillero, según marcara el dado o podían pasar de mano en mano según el dado cayera en determinado sector del tablero que tenía cierto puntaje.

Esta última es la versión para niños. Según la versión N° 4, la pichica se jugaba así: el tablero era un cuadrado cruzado por sus diagonales y se dibujaba en el suelo de acuerdo al tamaño deseado.

Sobre los lados y las diagonales, se alineaban las casillas, de menor diámetro que las casas grandes y en número de cuatro sobre cada línea. Participaban 2 ó 4 personas y cada una tenía 4 fichas para jugar semillas, piedritas , que colocaban, cada cual, en una casa grande.

Si eran 4 personas, se jugaba por parejas, sentadas en sentido opuesto. Para que no se sospechase de hacer trampa, el dado una pirámide cuadrilátera de barro cocido o de madera , debía ser tomado con tres dedos el anular en la cúspide y el pulgar y el índice en caras opuestas y con la base hacia arriba; al ser arrojado, debía caer fuera del cuadro.

Las caras estaban marcadas con rayas o puntos que valían 1, 2, 3 ó 4. Para sacar las fichas de la casa grande y comenzar a moverlas alrededor del tablero, era necesario que, al tirar el dado, éste cayese sobre la base; esto valía 5 puntos y se decía hacer pichica o sacar pichica.

A partir de ese momento, el jugador podía mover sus fichas de casilla en casilla, sin regresar; si en este recorrido llegaba a una casilla donde había fichas contrarias, las comía sacándolas del juego. Si llegaba a la casa grande de su compañero y éste aún no había hecho pichica para comenzar su juego, el que llegaba le comía 2 tantos, pero para salir de esa casa grande debía volver a tirar y sacar pichica otra vez.

Si alguna ficha podía recorrer todo el borde del tablero sin ser comida, quedaba en condiciones de ir por una diagonal rumbo al casillero central llamado agua.

Pero para entrar allí, debía sacar el puntaje exacto porque de otra manera se pasaba por encima del agua y la ficha caía en la diagonal opuesta, así que debía ir y venir hasta sacar el puntaje justo. Había aún otra regla: una de las caras del dado estaba marcada con un solo hoyuelo o raya ; si la pichica caía con esta marca hacia arriba, se decía que había hecho guairo y el que había tirado debía entregar un tanto al contrario.

Paralelismos entre dos versiones lejanas. En las reglas para jugar la pichica en San Luis se observan algunas coincidencias con las que regían la organización sociopolítica incaica, permitiéndonos suponer que a. través del juego se pautaba de una manera didáctica el comportamiento adecuado tanto entre curacas como de todos ellos con relación al inca.

Esto parece claro si comparamos la versión del padre Cobo con la del hijo de Lucero N° 4 , y complementamos ambas con lo que sabemos de organización sociopolítica del Tahuantinsuyu.

En San Luis, existía la posibilidad de jugar en parejas, pero esto no significaba que ambos compañeros fuesen solidarios, porque el que sacó pichica podía comer dos tantos de la casa grande del otro, si llegaba a la misma antes que su compañero hubiera podido sacar sus fichas de allí, es decir, antes de que hubiera comenzado a jugar.

Tanto en San Luis como en la corte incaica, el número uno o as de la pichca se llamaba guairo. Aunque en el relato de Cobo no se describía el tablero de juego, estaba claro que el inca necesitaba un punto para entrar la última ficha en cierta casilla y ganar la partida.

En San Luis, el puntaje obtenido para llegar a la casilla neutral, llamada agua debía ser justo, cualquiera fuese el número de puntos necesitados por el jugador, porque de otra manera se sobrepasaba el casillero y debía volver a tirarse el dado hasta alcanzar dicho puntaje o perder el juego en caso de que el contrario obtuviera su propio puntaje antes.

Si el inca hubiera necesitado otro número de puntos para ganar, el nombre guairo habría quedado para dicho número.

En cuanto al objeto mismo, la pichca o pichica, en las piezas prehispánicas procedentes de sitios con registro incaico y europeo Tres Palos, Pachacamac, Machu Picchu y Casabindo , fueran éstas de madera o aliaren a, el puntaje estaba marcado en las caras del dado con rayas y en la base menor de la pirámide trunca había un aspa En San Luis los tantos podían estar marcados con puntos o rayas, pero el dibujo de la pichica versión N° 1 , una pirámide cuadrilátera no trunca corresponde a las piezas procedentes del área araucana Viluco y Chenque Haichol.

En todos los casos conocidos hasta ahora, los rasgos que permanecieron invariables a través del espacio y el tiempo estuvieron relacionados con el numeral 5: en el nombre pichca, kechu ; en el momento en que se debía jugar a los cinco días de la muerte de una persona ; en el puntaje máximo 5 o alguno de sus múltiples.

La versión N° 4 de San Luis recogió la mayor cantidad de elementos prehispánicos, aspecto de por sí notable en lo que se refiere a la vigencia de una tradición incaica en pleno siglo XIX, trasladada a San Luis por el comerciante del relato durante el siglo XVIII o llevada por su pariente en el siglo XVII, y recordada como juego de indios hasta principios del siglo XX, en una versión que, usando los términos para clasificar alfarería, llamaríamos tipo Inca Cusco.

Pervivencia de costumbres incaicas. El registro del juego de la pichica en San Luis puede incluirse en la lista de rasgos que forman parte de la tradición andina, en particular de la cultura incaica, y que se conservaron en territorio argentino a pesar de la conquista europea.

También comparten esa característica con la pichca, entre otros:. El quipu, que llegó al siglo XX como sistema de conteo simple, sin combinar los colores de los hilos con las cosas contadas, sin relación con la tabla de calcular y menos aún con alguna referencia cronológica lejana pautada por poemas y cantos.

El quipu todavía se usaba en en el área araucana de Argentina Provincia del Neuquén y en Chile IX Región , para contar los días con relación a una fecha fijada Koessler-Ilg, En las minas de Ondores Junín, Perú , alrededor de los años 60, se lo empleaba para registrar la asistencia de los operarios y consistía en unos cordeles anudados junto a cada uno de los nombres escritos en una tabla Kauffman Doig, 61, Fig.

El rutuchicuy, la ceremonia de imposición del nombre propio descrita por Betanzos para la época de HuainaCapac Betanzos, []: , se realizaba en la puna de Jujuy, en el noroeste argentino, a principios del siglo XX con el nombre de chuccharruto ; los niños o niñas tenían alrededor de los siete años y se nombraban padrinos del pelo, quienes, reunidos en casa de los padres una noche determinada, cortaban una por una las trenzas del niño y las ponían al pie de la Virgen o Santo de la casa para que despierte en el niño los más puros sentimientos.

En el término de ocho días tenían que hacerse efectivos los regalos prometidos, los cuales habían sido anotados en un cuaderno durante la ceremonia Encuesta al Magisterio, Jujuy, f. Con variantes regionales, el rutuchicuy recuerda hoy día, en sus líneas principales presentación del niño a los amigos y parientes, ingreso a la rueda de reciprocidades, etcétera , a la ceremonia incaica, aunque las nuevas formas de registro demográfico obliguen a los padres a poner nombre a sus hijos apenas nacidos Gentile, La lengua quichua originaria del Chinchaysuyu Torero, 82 , que al fijarse en el Cusco identificó en su expansión al Tahuantinsuyu , aun en sus variantes regionales.

En el territorio argentino, se habló corrientemente en las provincias del noroeste hasta principios de este siglo. Actualmente se habla en algunos pueblos en la provincia de Santiago del Estero, donde su sintaxis y algunos modismos se aplican también al castellano Nardi, ; profesor Aldo Tebes, comunicación personal.

Sus cuatro dados eran tablitas con dibujos en una cara y la suerte máxima se obtenía cuando dos de ellas caían formando un aspa Vivante, Notemos aquí que las tierras bajas del Chaco, ubicadas al este de la quebrada de Humahuaca, fue una de las zonas de refugio de los funcionarios incaicos residentes en el actual noroeste argentino y sur de Bolivia, luego de la caída del Cusco Espinoza Soriano, ; Gentile, Clasificaciones y comentarios.

Formas y colores de la pichca. Este pequeño objeto usado por los ministros de idolatría para dialogar con la huaca, y que los españoles compararon con los dados o con la taba porque sus caras estaban marcadas con diferentes valores, pueden tener, por lo menos, tres formas definidas, más otra intermedia.

La forma de pirámide cuadrilátera, trunca, de madera Tres Palos, Pachacamac y Casabindo , o alfarería Machu Picchu y Averías , con un aspa grabada o pintada en la base menor, continuó usándose en la zona del Cusco en un juego de velorio, pero tallada en piedra pómez o madera liviana; para Santiago del Estero no tenemos seguridad del material usado en la pieza que presenta cruces grabadas en una cara y la base menor.

En todos estos casos, el valor indicado en cada uno de los lados los tantos de los españoles , se marcaban con rayas, excepto en la pieza hallada en Averías, que tiene dos dibujos alternados en sus caras que no guardan relación aparente con números Esta forma se encontró siempre en sitios incaicos excepto en Averías, cuya filiación, en ese sentido, está en vías de comprobación , y por eso la proponemos como correspondiente al área cusqueña, es decir, con influencia o bajo el gobierno directo del Cusco.

Otra forma es la de una pirámide cuadrilátera pero sin truncar, tallada en madera sur de Chile , o piedra Viluco y Chenque Haichol , cuyos tantos se marcaban con puntos; continuó usándose en el sur de Chile y en San Luis pero aquí podía ser también de alfarería.

Damos el nombre de araucana a esta forma, por el área en donde se la encontró hasta ahora. Tentativamente la llamaríamos forma quiteña, porque las publicadas proceden de esa región; se puede suponer que los incas de Quito jugaron a la pichca, pero no conocemos, hasta ahora, piezas prehispánicas.

Una forma intermedia fue documentada en Apurímac, en ; era un paralele¬ pípedo de madera llamado pisqana k'ullu [la madera que sirve para jugar a la pisca]. En cuanto a la forma general de pirámide cuadrilátera trunca, nos preguntamos si podría haber alguna correlación entre ella y la de algunos volúmenes arquitectónicos de los sitios donde se hallaron esas piezas: Tres Palos y Pachacamac.

Respecto al color, la pichca hallada en Pachacamac tenía rastros de pintura amarilla. En cambio, Tello trajo de la sierra un dado de madera pintado de rojo, y la pieza de piedra excavada en Chenque Haichol también había sido pintada con rojo. La de alfarería procedente de Averías, por su parte, tenía dibujos en rojo y negro sobre fondo blanco Contextos y usos de la pichca.

En cuanto a la función de la pichca, es probable que la forma cusqueña fuera la usada en un contexto de juego, según el relato de Cobo. Pero la pieza de Averías sugiere que, con otros diseños, podría haberse empleado para consultar a una huaca relacionada con el Agua y el Rayo o el Trueno; lo mismo con respecto a uno de los dados hallados en Machu Picchu, para el cual uno de los lados podría figurar los andenes con cólica y otro la lluvia.

Pero, por otra parte, tanto Tres Palos como Pachacamac fueron residencia de oráculos en época incaica, de manera que forma cusqueña y función de la pichca podrían tener relación en estos casos. También cumpliría función de oráculo en los juegos de velorio actuales, si tomamos en cuenta la posibilidad de consultar sucesos futuros a través de una persona conocida que se encuentra en tránsito entre esta vida y la otra, porque los relatos se refieren a las amistades o enemistades con los jugadores, lo mismo que a recibir o no las oraciones que le dedicaban y que el difunto manifestaba según caía la pichca.

El juego, según lo entendían los españoles, en el ámbito andino también fue un ritual de pronóstico o adivinación, como lo dejan verlas relaciones y continuidades entre oráculo y juego. En el juego del inca con los caciques que relataba Cobo, la asimetría era clara y por eso tal vez parecía un entretenimiento, pero cuando el inca jugaba con el gran sacerdote Cieza, [1 ]: , tal vez no fuera exactamente un juego, sino más bien un ritual oficiado por los pares.

El juego entre el Inca y los caciques también puede haber tenido una función didáctica, es decir, sus reglas enseñaban cómo debían relacionarse ambas partes, dentro y fuera del juego. En cambio, jugando a los ayllos, el inca daba el gobierno de ciertos territorios, como sucedió con el hijo de la señora Guairo Cobo, 1 [ 1 ] II : La forma araucana de la pichca, llamada kechucagüe, que se jugaba durante el gnillatún, también nos remite a posibles formas de adivinar el futuro cercano con relación a las cosechas, ganado, personas próximas a fallecer, etcétera.

Luego pasaría a ser, aparentemente, un juego de fortuna. Sobre la forma quiteña no tenemos registro prehispánico acerca de su función, pero entre las piezas etnográficas, una de las procedentes de la sierra del Ecuador tiene grabada en un lado una cruz cristiana sobre un orbe.

En ese sentido es similar a una pieza actual procedente de Apurímac, cerca del Cusco su forma de paralelepípedo es intermedia entre la cusqueña y la quiteña , sobre uno de cuyos lados tiene grabada una peana y encima de ella, una cruz con potencias. Como en ambos casos el dado se utilizaba para un juego de velorio, tal vez sea éste el diseño que identifica a las piezas coloniales o etnográficas usadas para adivinar a través de un difunto reciente, y la pieza procedente de Santiago del Estero, aunque de forma cusqueña pero con un grabado de cruz latina, correspondería a esta función.

Ámbito geográfico y cronológico. Tomando en cuenta la dispersión geográfica y temporal de la pichca, vemos que, además de estar contenida en el área y en el tiempo abarcados por el Tahuantinsuyu, hay continuidad de oráculo y de juego, o del primero bajo la forma del segundo o, tal vez, el paso de un oráculo de élite a un juego de fortuna popular en:.

Los registros etnográficos ecuatorianos no cuentan, por el momento, con un paralelo arqueológico que nos permita afirmar, hasta ahora, que en la corte quiteña prehispánica se jugaba a la pichca o al huairw, por eso no los incluimos en esta lista.

También la dispersión geográfica y temporal del nombre es interesante: en el Cusco prehispánico se llamaba pichca, y se conservó hasta. hoy en sus variantes piscay y pisqay; en el altiplano sur era phisca, en tanto que en el área ecuatoriana se lo conocía en el siglo XVIII como guayru ¿su nombre prehispánico?

En San Luis llamaban pichica al juego y al dado, por lo menos desde el siglo XVIII hasta el XX, lo que nos permite suponer, por ahora, que tal vez el juego y sus reglas hayan llegado allí desde un área relacionada con el Cusco aunque la forma del dado fuese la araucana.

En cambio, en la costa peruana prehispánica, donde también hubo oráculos, el nombre de la piedrita usada para dialogar con la huaca era jhanca, chanca o cunchur. La presencia femenina parece haber sido importante con relación a algunos de los juegos incaicos conocidos: el apaitalla dicen que lo inventó una mujer, el as de la pichca debe su nombre, guairo, al de una de las mujeres de Tupa Inca y el juego de yñaca, como su nombre lo indica, tendría alguna vinculación con dicha presencia.

En ese sentido, la tesis sobre la función de las aellas como conservadoras de la tradición de la escritura andina sobre soporte textil Aibar Ozejo, 1 , es probable que abarcara también la invención, la conservación y la transmisión de ceremonias y juegos.

En otra circunstancia, la mujer del cacique pehuenche Ancán tenía una opinión distinta de la de su marido sobre el destino de las fichas del juego y por eso fingió no encontrar la bolsita con granos de oro, advertida de la avidez de los criollos visitantes Alvarez, , y así no se pudo confirmar la existencia de oro en la región.

Consideraciones sobre los tableros para jugar a la pichca. El uso de un tablero con casilleros entre los que se movían las fichas según el puntaje marcado por la pichca, aparece relacionado con los registros más antiguos como juego de fortuna: en el relato de Cobo para el Cusco y en el de Ovalle para el sur de Chile, y reaparece en Ecuador y San Luis.

En cambio, en los juegos de velorio, tanto prehispánicos como coloniales parece que no hubo tablero excepto en Ecuador , en tanto que en algunos casos actuales sabemos que el dado debe tirarse por encima del cuerpo del difunto. El agua está presente en las versiones puntanas a través del nombre del casillero central, que era un sitio seguro para las fichas.

Otros juegos descritos por Bibar o por Vivante, señalaban la presencia de un río que había que atravesar para ingresar al territorio del contrincante. Esto abre la posibilidad a una geografía miniatura, es decir, que el tablero sobre el que se jugaba fuera la representación de un ámbito conocido a través del cual los jugadores se desplazarían como lo harían en escala natural.

El diseño del tablero de la versión N° 1 de San Luis evoca, con su centro de agua más las tres casillas por radio y arco, y los tres radios por cuadrante, al Cusco primitivo, edificado entre las ciénagas de Acamama Rostworowski, 25 , y a su sistema de ceque collana , payan y cayao vigente en la época imperial pero probablemente.

preincaico Rostworowski, , y nos lleva a preguntamos si existiría la posibilidad de recorrer los ceque sobre un tablero, ofreciendo invocaciones y presentes a las huaca representadas en cada casillero.

Aquí aparece también la correspondencia entre la forma del dado y las construcciones incaicas, sean de adobe Tres Palos , o piedra Pachacamac , además de algunos ushno, como los de Vilcashuamán, Aconquija y Pumpu Hyslop, 74, 84, En el caso del tablero usado para jugar al quechucagüe, O valle no explica en qué punto se termina el juego, y su dibujo no permite suponerlo.

Comentario final. En una sociedad tan pautada como fue la cusqueña de la época imperial, es probable que su estructura no proporcionara todas las respuestas, de ahí que se consultara la voluntad de las divinidades locales antes de tomar ciertas decisiones.

Esto significaría que los mismos gobernantes se inhibían para actuar por sí y más bien estaban predispuestos a conocer el futuro a través de una consulta con alguna huaca , y recién entonces actuar en consecuencia. Ni siquiera eventos tan importantes en la historia incaica como fueron el rechazo del ataque de los chancas al Cusco, o la definición de la guerra entre Atahualpa y Huáscar, estuvieron fuera del ámbito del oráculo.

Las posibilidades de análisis a partir de los datos aquí presentados podrían ampliarse si tomamos en cuenta la cosmovisión andina, que en cada rasgo cultural representa al Hombre y su relación con el mundo expresada en oposición o en armonía, pero siempre en interdependencia e interacción.

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Gentile Lafaille Margarita E. La pichca : oráculo y juego de fortuna su fe en el espacio y tiempo andinos. Desarrollo de los juegos de fortuna Bulletin de l'Institut Français d'Études Andines Desarrillo, tome 27, ,os, Este ensayo Premios de apuestas exclusivos de un Desarrollo objeto con Desarrollo de los juegos de fortuna de xe trunca, tallado en madera, hueso o piedra, o moldeado en arcilla, cuyas caras y bases tenían grabados que se interpretaban de diferentes maneras al ser jugado como un dado europeo. En la época prehispánica se le utilizó para dialogar con la huaca ; llegó al siglo XX como juego de velorio y como juego de fortuna ; su ámbito de dispersión prehispánica abarca el Tahuantinsuyu y es un rasgo útil para determinar algún tipo de presencia incaica en regiones con escaso registro monumental.

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EST C1 AxPi Cap 10 Probabilidad Juego Las Puertas de la fortuna

Author: Malagami

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